Transparencia y rendición de cuentas por resultados: condición para continuar en el ejercicio del poder
Fecha
2010-07Autor
Chávez Morelos, María del Rosario
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Mostrar el registro completo del ítemResumen
De cara a la consecución de los objetivos del desarrollo, es vital orientar los recursos hacia las necesidades sectoriales evidentes y detectadas (tipo salud, educación, saneamiento, equipamientos, infraestructuras, producción, etc.) por una parte, y hacia los grupos meta u objetivo (campesinos, infancia, mujeres rurales, etc.) destinatarios principales de las iniciativas de desarrollo, por la otra. Por tanto, se hace necesaria una cartografía o mapa que estableciese una jerarquía de las prioridades que la estrategia de desarrollo deba tener en cuenta de cara a sus intervenciones del desarrollo. Siguiendo con estos postulados, para garantizar la eficiencia de las actuaciones de desarrollo es esencial articular o enlazar sectores de intervención, grupos destinatarios y los recursos para lograr los objetivos. El instrumento o herramienta para conseguir esa articulación entre los tres niveles debieran ser los proyectos. Documento desarrollado para operar donde se que establezca en la práctica los objetivos concretos a lograr, las metas los medios y recursos necesarios para hacerlo, la escala de responsabilidades para hacerlo, los responsables del proyecto, los beneficiarios y las expectativas de resultados existentes, no sin antes haber planteado a través de un diagnóstico el problema principal sus causa y efectos que estas producen en la sociedad objetivo. A partir de la segunda mitad de los años 70ïs los proyectos se convierten en herramientas para contribuir al desarrollo, inmersos en los programas y planes del gobierno. Por otra parte una política pública sujeta a rendición de cuentas, implica el suministro de información, procedimientos transparentes, y el establecimiento de organizaciones privadas para cuestionar las decisiones del gobierno (la participación de la sociedad). Los cambios que debemos esperar sobre la democracia y la participación ciudadana, no pueden ser de gran importancia mientras los ciudadanos no ejerzan plenamente sus derechos y responsabilidades, prevalezcan los partidos políticos y no cambien sus estrategias de autoritarismo central, no dejando a la sociedad participar en la elección de candidatos y otros asuntos del desarrollo. La democracia que la sociedad concibe, no es la democracia actual que se vive. Los gobiernos deben modernizarse e implementar estrategias de verdadera participación ciudadana. Debemos legitimar el sistema político, mejorar la cultura cívica para verdaderamente decir que somos y vivimos la democracia. La participación de la población en la gestión del gobierno, es la parte medular de la transparencia en la rendición de cuentas, lo cual manda un mensaje a las autoridades y dirigentes políticos de la nación. Los presupuestos participativos representan un gran desafío para las sociedades democráticas de estos tiempos, de hecho resulta paradójico exigir a los ciudadanos que se interesen en la política, pero se les excluye de ella, cuando no se les permite tomar decisiones efectivas, y cuando su palabra apenas cuenta al margen del período electoral. La revalorización de lo local se apoya igualmente sobre la voluntad de los actores asociativos de ver culminados sus actos. Esta propuesta es tal vez el mayor desafío para los políticos y para la democracia que queremos vivir. En otra escala, el futuro de la democracia participativa depende de la convergencia de varios actores: los políticos que buscan una nueva legitimidad, los ciudadanos que quieren ser escuchados y los técnicos que quieren mejorar la gestión pública.