Los nuevos instrumentos de la ayuda oficial al desarrollo
Abstract
Durante años los países pobres y en vías de desarrollo han encontrado un apoyo en los recursos provenientes de la ayuda internacional para solventar la instrumentalización de políticas públicas. Tras más de cincuenta años de gestión de la cooperación internacional y escasos resultados, la comunidad de donantes se comprometió en Monterrey (2002) a reducir la carga administrativa que imponía la gestión de los recursos de la ayuda al desarrollo para los países beneficiarios. La voluntad de realizar un seguimiento de la aplicación de las proposiciones consensuadas dio origen a la Declaración de Roma sobre armonización suscrita en el 2003 y posteriormente a la Declaración de París sobre la Eficacia de la Ayuda al Desarrollo, suscrita en el 2005. En adición, el Consenso Europeo sobre Desarrollo de 2006 y el Programa de Acción de Accra de 2008 apuntan hacia un fortalecimiento institucional de los países socios, y a la adecuación de los instrumentos de ayuda de los donantes. De ahí que en los últimos años la orientación de los donantes gira en torno a la reducción de la asistencia con enfoque proyectos y el fortalecimiento de los apoyos presupuestarios generales y sectoriales. Estos nuevos instrumentos encuentran sustento en el nuevo paradigma definido por los principios del Compromiso de Cooperación suscrito por donantes y socios en París. Este nuevo enfoque de asistencia está inspirado en la solidaridad y propone la armonización y la apropiación en los países receptores como dos de los cinco principios sustentadores de la Declaración de París. En la medida en que los países receptores de la ayuda cuenten con estrategias de desarrollo claramente definidas y sistemas de gestión pública fortalecidos, las posibilidades del uso efectivo de la misma se potencializa. No obstante, la debilidad institucional de los países beneficiarios atenta contra este paradigma. De ahí la necesidad de plantear los elementos que el alto gobierno debe tomar en consideración para que los recursos recibidos de la AOD sirvan efectivamente a los fines de reducir los niveles de pobreza y fortalecer sus estructuras. Contrariamente a lo asumido por los defensores de estos nuevos instrumentos de ayuda eficaz al desarrollo, la experiencia en la gestión de proyectos y programas con recursos externos demuestra que el alcance de los objetivos planteados ha dependido de los niveles de apropiación y la demanda efectiva de los mismos. La reducción de los costos operacionales que suponen estos nuevos instrumentos es un elemento discutible. En la medida en que no se dispone de una gerencia pública fortalecida con criterios definidos de las acciones requeridas para alcanzar los objetivos propuestos, la eficacia de la ayuda se diluye en la incapacidad de la gerencia pública. Lo preponderante por tanto para lograr la efectividad de la ayuda es la asunción de los principios de Compromiso de Cooperación asumidos por los donantes y socios para lograr la eficacia en la ayuda al desarrollo. A los fines de orientar esta reflexión sobre estos aspectos básicos acordados entre los donantes y beneficiarios de la ayuda y la realidad de la gestión pública en el escenario latinoamericano y otros receptores de ayuda al desarrollo de África y Asia, proponemos asumir los cinco principios en que se basa la Declaración de París: 1. Apropiación: Dentro de este principio, se destaca el compromiso de los países socios en definir sus estrategias de desarrollo en un esquema consultivo de amplia participación e inclusión social y trazar planes operativos orientados a concretar los objetivos trazados. Podríamos decir que bajo esta nueva modalidad, la posibilidad de los países pobres en vías de desarrollo de acceder a los recursos dispuestos para la ayuda oficial al desarrollo estaría marcada por los niveles de desarrollo político y la consolidación de sistemas administrativos públicos orientados a generar un estado de gobernanza y gobernabilidad. Dirigiendo una mirada a cómo se traduce la realidad de estos elementos en los escenarios de los países latinoamericanos que forman parte de los potenciales beneficiarios de la ayuda oficial al desarrollo vemos como en sentido general sus sistemas políticos adolecen de un auténtico reflejo de estas condicionantes. 2. Alineación: Este elemento del Compromiso de Cooperación hace alusión al deber de los donantes de asistir a los países socios sobre la base de sus respectivas estrategias y planes de desarrollo, así como de utilizar los sistemas nacionales para la gestión de los recursos, en tanto que los países socios se comprometen con la evaluación de sus sistemas de gestión sobre la base de métodos acordados con los donantes y a aplicar mejoras sobre las bases de sus resultados. En ese sentido, hay un elemento básico que debe analizarse y consiste en la visión sistémica del Estado desde la óptica interna. En muchos casos la ayuda oficial al desarrollo se torna ineficiente por la desarticulación de las estructuras internas de los países socios. El solapamiento de funciones en la estructura del Estado nos invita a echar un vistazo al gran aparato de la administración pública desde la óptica de la nueva gestión pública. Dentro de este esquema, la organización de esta administración debería estar orientada al alcance de los objetivos trazados, procurando la eficiencia y eficacia de la gestión. De ahí que el alto gobierno deberá establecer a partir de su agenda, la estructura organizacional que mejor se adapte al cumplimiento de sus metas. Para una mejor utilización de los recursos internos y externos los objetivos funcionales de las distintas estructuras deberán obedecer a objetivos programáticos definidos y delimitados. En nuestros países la proliferación de estructuras con funciones coincidentes marcha al ritmo de los niveles de clientelismo y corrupción en sistemas políticos de contrapesos que se hacen, en algunos casos, cada vez menores y con una incidencia de la sociedad muy limitada. Asimismo, el fortalecimiento de los sistemas de gestión de las finanzas públicas es un elemento imprescindible para garantizar que los países puedan aprovechar al máximo los recursos provenientes de la ayuda. 3. Armonización: En orden a atender este compromiso de cooperación citado en la Declaración de París, las acciones deberán ser armonizadas entre los donantes, de forma transparente y colectivamente más eficaces. En este orden, los países socios se comprometen con la formulación del marco general de políticas y los planes de desarrollo nacionales y sectoriales donde sean definidas sus prioridades y necesidades como país receptor, así como con el fortalecimiento del estado de derecho y la institucionalidad. 4. Gestión Orientada a Resultados: La gestión orientada a resultados en términos de desarrollo supone que la definición y gestión de las políticas públicas está sustentada en un escrutinio sobre las grandes necesidades y retos que cada país enfrenta, la asignación de los recursos que cada vez son más escasos, para la realización de las actividades requeridas, un seguimiento adecuado, flujo de comunicación para la evaluación del desempeño y la toma de decisiones por parte de los involucrados. - Reconocimiento de los niveles de desarrollo del sistema político imperante.