Actualidad del perfil del implementador de políticas públicas de innovación tecnológica
Resumo
Tradicionalmente las políticas públicas dirigidas a fomentar la innovación tecnológica se enfocan sobre el propio Estado, a través de universidades, institutos y centros de investigación y sobre las empresas y las organizaciones privadas que facilitan la vinculación entre aquellos. Gran parte de ellas se materializan a través del otorgamiento de financiamiento a proyectos presentados al Estado, el que evalúa la pertinencia con dichas políticas y gerencia la asignación de recursos y el control de su ejecución. Pero la realización efectiva de la política depende en gran medida de la aptitud de quienes conducen el proyecto, el que a su vez es muy probable que se nutra de insumos materiales e intelectuales de otro origen, con los que cabe conciliar hábilmente. Entonces, en este orden de cosas, cabe suponer que el implementador real de tales políticas es una figura compartida en determinadas proporciones entre el sector público y el privado, si se me permite la expresión, variando en ocasiones las magnitudes de la proporción para uno y para otro sector. Los conocimientos teóricos y prácticos requeridos para desempeñarse desde una u otra punta de la gestión exigen en forma simultánea una gran especialización y capacidades elementales para comprender la naturaleza de esta dualidad, y las variaciones del contexto en el que se han fijado las políticas, tanto como la evolución de los otros niveles adonde la innovación tecnológica debería impactar, antes de actuar. Es frecuente la alternancia en la ubicación de los gerentes de lo público a lo privado y viceversa, a veces como consecuencia del cambio de paradigma gubernamental, a veces motivado por las propias expectativas de desarrollo personal. De la formación de algunas de estas capacidades para intervenir en los procesos de implementación, depende su suerte y, paradójicamente, en el reino de la innovación, habita todavía cierto temor a innovar pese a lo evidente del problema.