Modernizando el gobierno en Cataluña: más transparencia, más equidad
Resumen
La eficacia y la eficiencia, no sólo constituyen un elemento deseable y esperable de las administraciones, sino que son, hoy en día, algo exigible, que debe ser debidamente organizado, evaluado y cuantificado. Pero alcanzar niveles de excelencia en este terreno, aún siendo condición necesaria, no es suficiente. Eficacia y eficiencia deben estar en todo momento supeditadas a un bien superior que es el del normal funcionamiento de la administración pública como servicio público orientado a garantizar el buen hacer democrático real -y no simplemente proclamado- de nuestras instituciones y por ende de nuestras sociedades. Los cambios producidos a lo largo del último cuarto del pasado siglo y el primer decenio del presente obligan a tener en cuenta elementos como la crisis del Estado de bienestar o asistencial, que es en cierta manera la del Estado moderno centralizador y redistribuidor de recursos. Globalización, gobernanza y nuevo marco económico, son factores que forman ya parte integrante de todo análisis de políticas públicas. Si las administraciones no quieren perder el tren que está pasando en estos momentos, necesitan urgentemente proceder a cambios en profundidad, que están relacionadas, ciertamente, con las transformaciones sociales generales y con modificaciones internas de corte estructural, organizativo, normativo; pero que sobre todo tienen que ver con cambios en la manera de pensar, en su estar en la sociedad, en, por decirlo en una palabra, su filosofía de fondo. Elementos como los ya citados de transparencia, apertura, rendición de cuentas, responsabilidad y participación deben ser válidos tanto "ad extra" como "ad intra"; es decir en la relación entre la administración y los ciudadanos, pero también entre la administración y los empleados públicos y sus representantes, que deben asumir, además del papel reivindicativo que les corresponde, un rol coadyuvante y pedagógico. Repensar qué administración se necesita y se quiere es una tarea urgente en la que no valen únicamente medidas administrativas, ni grandes proclamas.