Redemocratizar el sistema político
Resumo
Se cuestiona la versión neoliberal de la reforma del Estado y se señala su fracaso en América Latina. Se consideran los distintos aspectos conducentes al fortalecimiento de la democracia en la región, en un contexto de crisis de la representación política tradicional. Se propone un cambio en las reglas de juego que permita la recuperación del Estado para la sociedad, y una mayor participación ciudadana en el escenario político. Las formas de concentración del capital a nivel internacional determinaron hace más de una década la imposibilidad de continuar con los modelos anteriores de acumulación basados e la función empresarial directa del Estado. El neoliberalismo planteó la necesidad objetiva de reformar el modelo económico y reubicar la actividad estatal, pero aprovechando la modificación de la relación de fuerzas a nivel mundial dada por la caída del bloque soviético, favoreció una embestida ideológica fundada en simplismos de todo tipo. El auge del liberalismo ya pasado, la novela libremercadista en América Latina no puede continuar. El éxito que estaba previsto como desenlace ineluctable al final del camino de las privatizaciones. Estas se practicaron, y en países decisivos de la región como México y Argentina, sus resultados fueron catastróficos. A pesar de las alabanzas de los inversores internacionales, las protestas sociales colectivas son índices suficientes para mostrar que las pretendidas bondades del modelo no son tales. La recuperación de la democracia parlamentaria resultó un logro altamente valorado tras las dictaduras de los años setenta. Pero no podía preverse la virulencia de la ofensiva del capital que se llevaría a cabo en nombre de la democracia, y que ha llevado a una creciente liquidación de la participación real de los ciudadanos y de los más elementales derechos sociales. Esta tendencia pone en peligro la estabilidad del sistema político, con la descreencia de que éste sirva para resolver los problemas y la pérdida de legitimidad de las instituciones. En estas condiciones, la noción sustantiva de democracia es la que debe servir de guía. O lo colectivo se salva buscando recomponerse o tiende a la segmentación y a la disgregación crecientes. El sistema político debe procurar reconstituirse para volver a ser el espacio donde las demandas se procesan y donde se resuelven cuando ello es posible. Será preciso multiplicar las formas de participación y privar a la casta de los políticos profesionales del monopolio que detentan sobre el espacio público. Por su parte, recuperar un rol para el Estado no significa enfrentarlo a la sociedad, sino recuperarlo para la sociedad, encontrar cómo lo social llena lo estatal para evitar su autonomización. No hay ya disposición para sostener un Estado paternalista, y se tienen las condiciones objetivas desde las cuales se hace posible pensar en un Estado en capacidad de arbitrar el conflicto social, y que contribuya a márgenes mayores de equidad, siempre que no se aleje a un espacio propio del cual los ciudadanos se sientan excluidos. C.S.