Rescate de los valores éticos para la gobernabilidad democrática
Resumen
Se definen los rasgos fundamentales de la democracia y se plantea la ética como una condición de la gobernabilidad democrática. Se conceptualiza la gobernabilidad como un continuum que se extiende desde la gobernabilidad absoluta propia del autoritarismo totalitario, hasta la ingobernabilidad total, propia de una situación de anarquía y anomia, en el que la democracia se corresponde con una gobernabilidad restringida. La definición de la democracia como el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, plantea un rechazo a las hegemonías elitistas e insinúa la igualdad de derechos y obligaciones de quienes conforman la población. Esta concepción presupone y genera compromisos éticos sin los cuales la democracia no es viable. La democracia exige un marco institucional mínimo, apoyado y aceptado por el pueblo que es sujeto, actor y objeto de su funcionamiento efectivo. Desde hace algunos años el concepto de gobernabilidad ha ido adquiriendo un importancia creciente en América Latina. Sin embargo, el tratamiento que se le da a este concepto no siempre guarda consistencia con los principios de orden democrático, lo que aunque es explicable, es altamente peligroso. En opinión del autor, la gobernabilidad no es sino la viabilidad de gobernar o ejercer el poder en el marco de un orden institucional. Así entendida, la gobernabilidad sólo tiene sentido en el contexto democrático, pudiendo representarse en un continuum que en un extremo tiene al autoritarismo totalitario con una gobernabilidad absoluta, y en el extremo opuesto a la anarquía y la anomia con una ingobernabilidad total. La democracia se ubica en una posición intermedia entre ambos extremos, y le corresponde inevitablemente una gobernabilidad restringida. Es en este espacio intermedio en el que ubica la democracia, que es pertinente el estudio y la reflexión sobre la gobernabilidad. La ética, en esta representación, se concibe como un conjunto de valores y comportamientos individuales y sociales institucionalizados, que viabilizan el establecimiento y desarrollo de un orden político en el que se garantiza la igualdad de derechos y obligaciones de todos los integrantes de una sociedad. La democracia es, ante todo, un compromiso ético que reconoce la libertad y la igualdad como instituciones fundamentales, en el que los gobiernos emanan de la voluntad popular y ejercen en función del interés general y para el bien común. Los gobernantes, y todos quienes ejercen funciones de Estado, tienen que responder por sus actuaciones. No puede haber gobernabilidad democrática sin rendición de cuentas de quienes ejercen funciones públicas y que deben comportarse éticamente, de acuerdo con las normas institucionalizadas. Sin gobernabilidad no subsiste la democracia; sin ética no puede existir la gobernabilidad democrática. Tanto la ética como la gobernabilidad son componentes necesarios para que exista la democracia, pero ninguno de ellos por si solo, constituye una condición suficiente, debiendo ambos compaginarse necesariamente. C.S.