Efectos de la integración regional sobre el sector agroindustrial argentino
Resumo
Uno de los temas más abordados en los últimos tiempos está referido al protagonismo del Estado en las economías de los países en desarrollo. Esto ha generado un intenso debate que ha girado alrededor de la reestructuración económico-social de las distintas naciones y regiones. En lo que respecta a Argentina, comenzó la década del '90 enfrentando un proceso de cambios altamente significativo. Las reformas estructurales iniciadas por el Estado manifestaban de inmediato los signos de las grandes transformaciones que iban a producirse en el no muy largo plazo en los diversos sectores productivos. La Ley de Emergencia Económica -la cual rigió la primera etapa de ajuste fiscal de largo plazo- contemplaba, entre otras medidas, la suspensión de subvenciones, subsidios y regímenes de promoción industrial con el fin de superar la grave situación económico-social del país. En lo que concierne a los aspectos vinculados a la desregulación económica se pusieron en marcha mecanismos conducentes a asegurar la libre competencia y otorgar mayor importancia a elementos de autorregulación del mercado. Entre otras medidas, se desregularon los principales mercados agrícolas y de actividades extractivas, los mercados mayoristas y de exportación respectivos y una gran cantidad de entes reguladores fueron disueltos. La integración económica venía perfilándose a través de los vínculos comerciales y de integración establecidos con Brasil (auspiciada por los presidentes Alfonsín y Sarney), la cual culminó con la creación del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), bloque que actualmente Argentina integra con el mencionado país limítrofe, Paraguay y Uruguay. Durante décadas la producción argentina se ha respaldado en sus ventajas comparativas para colocar su producción en el mercado mundial. Sin embargo, la apertura comercial implicó un importante desafío, ya que se debía adoptar el concepto de "producir en función de las ventajas competitivas" para así poder enfrentar el nuevo contexto económico globalizado. Este hecho no fue el más propicio que pudieron enfrentar las pequeñas y medianas empresas agroindustriales (PyMEs), ya que estos nuevos procesos de desregulación, apertura e integración regional (este último fundamentalmente dado a través del MERCOSUR) dejaban explícito el abandono por parte del Estado en su rol de empresario y de conductor de la economía que había asumido durante tantos años. La desmonopolización buscaba lograr una mayor competitividad en el mercado y, de esta forma, tanto bienes como servicios debían apuntar a respetar normas de calidad y minimizar costos. Por tanto, el objetivo de este trabajo se centrará en el análisis de las repercusiones que la reforma del Estado y el proceso de apertura e integración han ejercido sobre un sector productivo en particular: el agroindustrial. En este sentido, las denominadas PyMEs quedaron inmersas en un contexto de inesperada competencia, razón por la cual muchas de ellas debieron reconvertirse bajo diversas modalidades a los efectos de adaptarse a este nuevo escenario. Otras, en tanto, no pudiendo hacer frente a la importación masiva de productos, hicieron que el proceso culminara con el cierre de sus establecimientos o bien que quedaran rezagadas, produciendo con muy baja rentabilidad.