Quemar las naves (o cómo lograr reformas estatales irreversibles)
Resumen
El trabajo parte de la premisa de que las reformas de primera generación han tendido a minimizar el aparato institucional del estado mientras que las de segunda se han propuesto mejorar sustantivamente su gestión. Sobre la base de esta distinción, la hipótesis central que guía la ponencia es que resulta mucho más sencillo lograr reformas irreversibles cuando su objeto es minimizar el estado que cuando se trata de mejorarlo. Las reformas orientadas a lograr menos estado suponen una reducción de su intervención en diversos planos de su relación con la sociedad, encerrando un renunciamiento a continuar desempeñando los roles implícitos en las responsabilidades transferidas a otros actores sociales o estatales; en cambio, las orientadas a mejorarlo no pueden trasladar a nadie la responsabilidad de la gestión, existiendo siempre el riesgo latente de que los cambios que se introduzcan puedan revertirse. En las diferentes modalidades empleadas para reducir el aparato estatal (v.g. privatización, descentralización, desregulación, tercerización, reducción de la dotación), los problemas en juego remiten, esencialmente, a aspectos económicos y jurídicos. En cambio, para el mejoramiento de la gestión pública, se requieren transformaciones de carácter tecnológico y cultural. Si esta hipótesis es válida, el desafío desde el punto de vista de la acción consistiría en explorar qué mecanismos permitirían asegurar la irreversibilidad de las reformas de segunda generación tantas veces intentadas, con menguado éxito, en la experiencia latinoamericana. Entre ellas: -La reestructuración organizativa del aparato administrativo. -El rediseño de las plantas de personal estatal. -La desburocratización de normas, procesos y trámites administrativos. -La implantación de sistemas de carrera administrativa basados en el mérito. -La capacitación y desarrollo permanente del personal. -El mejoramiento de los sistemas de información y sus soportes computacionales. Este conjunto de medidas sigue constituyendo el núcleo duro de las reformas pendientes en casi toda América Latina. Hasta la fecha, su relativo fracaso parecería explicarse, en general, por las contradicciones que en la práctica enfrentan a la legitimidad abstracta de los valores en los que se fundan dichas reformas (v.g. mérito, capacidad, responsabilidad, equidad, transparencia) con la legitimidad concreta de los intereses -no sólo materiales- que esas medidas afectan (v.g. privilegios, discrecionalidad, rent seeking, free-riding). Esta proposición es especificada en el trabajo para cada tipo de reforma, poniendo de relieve el papel del liderazgo político para que los cambios tecnológicos se incorporen definitivamente a la gestión cotidiana, no sólo por consideraciones de eficiencia sino, especialmente, por lo que estos cambios suponen para la transformación de la cultura burocrática y la profesionalización del Estado.