La Carta Municipal de Barcelona : una experiencia práctica de descentralización y participación
Resumen
La aprobación por el Parlamento regional de Cataluña (España) de la Carta municipal de Barcelona (Ley 22/1998, de 30 de diciembre) ofrece una interesante experiencia de modernización de la gestión pública desde la perspectiva aplicativa de los principios de descentralización y participación en la elaboración y gestión de las políticas públicas. Y ello es así no sólo por la dimensión clásica que tienen ambos principios, sino por la nueva dimensión que adquiere la interrelación entre ambos, que claramente queda expuesta en esta aplicación legislativa. Por lo que concierne al principio de descentralización, es interesante observar como la finalidad básica de esta decisión política ha sido la de trasladar hacia el gobierno municipal un importante número de responsabilidades hasta entonces gestionadas en un nivel territorial superior (gobierno regional). La creación de figuras consorciales con amplias competencias planificadoras, programadoras y gestoras, así como de otras técnicas organizativas de configuración conjunta, pone de relieve la apuesta por un nuevo sistema superador de la atomización en la asignación de responsabilidades y facilitador de mecanismos de integración entre los diferentes niveles administrativos, con la finalidad de conseguir un escenario de actuación más coherente y coordinado para mejorar la prestación de servicios al ciudadano y economizar el gasto público. Sin embargo, el principio de descentralización no acaba aquí su efectividad. En la misma ley se articula un mecanismo de organización del propio gobierno local que se basa en la descentralización por distritos de las responsabilidades municipales, todo con el fin de acercar la gestión pública a los mismos ciudadanos, aunque sea dentro del mismo municipio. Por otra parte, la incidencia sobre el principio de participación se amplía con otros cauces y mecanismos para que los ciudadanos puedan intervenir en la toma de decisiones, y en este sentido, la Carta municipal de Barcelona ofrece nuevas soluciones, alguna de ellas verdaderamente innovadoras, a las previstas con carácter general en la legislación española y comparada sobre el gobierno local. Finalmente, es interesante destacar el peculiar sistema que se ha seguido para la elaboración de la misma Carta municipal de Barcelona. Se ha producido en este caso una importante excepción a los sistemas ordinarios de iniciativa legislativa mediante la creación de una comisión mixta y paritaria entre el Gobierno regional (competente para tramitar la ley) y el municipio de Barcelona. Con este mecanismo, no sólo se hace posible la participación del gobierno local en la elaboración de una ley que directamente le afecta, sino que se establecen las bases de un consenso muy conveniente para la propia viabilidad y eficacia de la norma. En suma, tal y como se desprende de lo anterior, la Carta municipal de Barcelona puede considerarse como una experiencia innovadora desde la perspectiva de las políticas de modernización, especialmente en el desarrollo que supone de los principios de descentralización y participación y, en definitiva, de la mejora en la toma de decisiones en la gestión de las responsabilidades públicas.