Gobierno abierto en Latinoamérica: análisis de los procesos y las iniciativas
Resumen
El gobierno abierto trasciende al gobierno electrónico en un aspecto crucial: mientras el gobierno electrónico es una cuestión de gestión, el gobierno abierto es una cuestión de poder. Pero aunque lo trasciende, necesariamente lo incluye. Si se pasa revista a los planes de acción de gobierno abierto, se ve que todos toman en cuenta aspectos de gobierno electrónico. Interoperabilidad, seguridad, plataformas, servicios, open data, parecen ser lo más palpable que acompaña los componentes políticos de transparencia, participación ciudadana, empoderamiento. Tienen, además, la potencialidad de aprenderse o adquirirse con relativa facilidad: los mecanismos de cooperación horizontal que ha llevado adelante la región en estos últimos diez años están plenos de ejemplos de ese tipo. Sin embargo no hay manera de transferir, ni de comprar, ni de desarrollar en código, los aspectos políticos. Para que puedan prosperar esos componentes políticos entran en juego la calidad de la democracia, la madurez del sistema político, liderazgos sociales, nivel de organización democrático de la sociedad civil, grupos de presión, intereses corporativos y empresariales, preparación del sector académico y un largo etcétera. Por eso mismo, a la hora de analizar el proceso que dio lugar a la adhesión de los países de la región a la Alianza para el Gobierno Abierto deben recordarse los acuerdos políticos hemisféricos y regionales de promoción de una ciudadanía plena y profundización de la democracia, y que son los antecedentes que facilitaron que volvieron natural ese proceso de adhesión. Mientras se daban esos acuerdos en el ámbito de las cumbres presidenciales, se venía registrando en el terreno un proceso de trabajo en red y cooperación por parte de las estructuras de esos mismos Estados encargadas de las estrategias de gobierno electrónico. La conceptualización y práctica del gobierno electrónico vivió, al interior de las agencias de e-gobierno latinoamericanas, su propia evolución que la llevó a sintonizar con los principios de ciudadano en el centro, énfasis en los más vulnerables, promoción de la transparencia y la participación, que luego serían ejes del gobierno abierto. Si en sus versiones iniciales los planes de acción suelen aparecer más vinculados a acciones de e-gobierno que a acciones políticas, esta situación del e-gobierno como condición necesaria para el gobierno abierto no debe hacer olvidar que no es condición suficiente. Falta avanzar en responder a los desafíos políticos que tienen que ver con la gobernabilidad democrática y que atraviesan las tres dimensiones de la ciudadanía: la política (calidad de la democracia, salud del sistema político, control de la corrupción), la social (inclusión, acceso a servicios básicos, nivel de empleo y pobreza) y la compleja (acceso a la información, participación ciudadana, comunidad cívica).