Sociedad de redes, gestión pública participativa y construcción de políticas públicas: caso Bogotá
Resumo
El presente escrito busca circunscribir la gestión pública participativa en un mundo de redes donde las variables fundamentales son la información, el conocimiento y la comunicación. La participación ciudadana, consagrada como uno de los principios rectores de la Constitución Política de 1991 y vista como un fin esencial del Estado Colombiano, y que permea la construcción de una gestión pública participativa, es hoy día un tema de estudio que se circunscribe en todos los cambios paradigmáticos de las ciencias sociales de fines del siglo XX y comienzos del siglo XXI. Las redes sociales que buscan participación democrática funcionan si encuentran flujos de información, conocimiento y comunicación en una forma óptima, y para posibilitarlo, el Estado requiere procesos internos adecuados. Ahora, la pregunta principal del documento tiene que ver con la lectura y consolidación de estrategias adoptadas por los organismos públicos: si el problema es de información y comunicación, entonces pareciera que la estrategia fuera la de capacitación y construcción de medios de comunicación. La encuesta de la Veeduría Ciudadana del año 2005 muestra que el nivel más alto que las entidades públicas consideran que brindan es la de información y poco para la decisión: información (22.0%) y para la decisión (4.9%). La hipótesis del presente documento consiste en afirmar que la problemática no parece deberse a falta de conocimiento sobre aspectos jurídicos y técnicos de la participación ciudadana sino que hay problemas organizacionales e institucionales que deberían ser parte de la capacitación y formación. Si hay algo que comparten los organismos, son los problemas del manejo de la información (más que de capacitación), en todas las direcciones, los problemas en la construcción de agendas (que sería una cuestión estratégica para no caer en una participación ciudadana "por sí misma" y todos los problemas organizacionales que implica una gestión eficiente de la participación ciudadana. Eso implica, como recomendación importante, la necesidad de un redireccionamiento de las temáticas, metodologías y lógicas de capacitación y formación.