De vuelta a la política: la trayectoria del Estado regulador en los países del Sur
Abstract
La idea acerca del Estado regulador ha llegado a representar, en los países del Norte, la lixiviación de la política de la administración pública, en particular a partir de la influyente literatura que ha servido de sustento a la difusión de las agencias reguladoras independientes. Se desafía esta afirmación con base en estudios empíricos recientes sobre el Estado regulador en los países en desarrollo y las economías emergentes. Se comienza con el argumento de que los problemas de gobernanza a los que la regulación pretende dar respuesta deben ser entendidos a lo largo de un espectro que va de las reglas a los acuerdos. Este argumento, basado en trabajos empíricos llevados a cabo en contextos de infraestructura y servicios esenciales, sostiene que la política es una dimensión importante y constitutiva de la historia del ascenso del Estado regulador. Debe ser aceptado concibiendo a los reguladores como promotores de formas legítimas de negociación, en lugar de redactores, controladores y ejecutores de reglas neutrales. En la segunda parte del artículo se explora la pertinencia de este argumento para cuestiones regulatorias de naturaleza social más que económica, y se sugiere que una dirección especialmente fructífera para los estudios sobre regulación debería centrarse en estudios interpretativos y contextualizados de las dinámicas de ejecución y cumplimiento de la regulación social, donde el centro de gravedad de análisis son los países del Sur y sus variaciones (en lugar de utilizar la experiencia de los países industrializados del Norte como punto de referencia comparativo y universal). En la tercera y última parte, hay un compromiso más directo con la sustancia de la visión política, a menudo no tomada en cuenta en la dinámica de la gobernanza regulatoria, considerando las implicaciones de los recientes desarrollos en Chile y Ecuador para la relación entre el Estado regulador y el giro posneoliberal en América Latina. Esta última sección expone algunas tensiones en traer de vuelta la política a los debates sobre el Estado regulador, pero sugiere que se trata de tensiones productivas que vale la pena adoptar.