El liderazgo en la reforma del Estado: reflexiones desde la práctica
Abstract
Es bien sabido que los procesos de reforma son complejos. La transformación de prácticas incongruentes e inoperantes por políticas y procesos que reporten beneficios tangibles para los ciudadanos, implican una visión holística de la función del Estado. En ese sentido, identificar lo qué se requiere optimizar y hasta qué nivel se puede lograr, así como aquellos aspectos que mayor beneficio pueden ofrecer en corto plazo a la ciudadanía, son factores claves de éxito al momento de iniciar cualquier reforma gubernamental. Empero, la identificación de oportunidades de reforma asociadas al fortalecimiento en cualquier ámbito, es solo el inicio de un proceso que requiere de competencias, conocimientos, alianzas y decisiones, que garanticen la consecución de los resultados planteados y la continuidad de las mejoras implementadas. En este ámbito, se requieren líderes visionarios y equipos multidisciplinarios capaces de impulsar estos cambios necesarios, con la salvedad de que son muchos los modelos y estilos de liderazgo. Por ello nos preguntamos, ¿cuál es el enfoque más conveniente en un líder que tiene a su cargo un proceso de reforma? No cualquier tipo de liderazgo conviene a la reforma, sino, aquel capaz de generar pacientemente los consensos necesarios entre los diversos actores sociales y políticos. Los procesos de producción de consenso son complejos; deben ser capaces de combinar visiones, intereses y puntos de vista disímiles para, de esta manera, "sumar" apoyo social. El liderazgo reformador, se constituye y se hace creíble en la medida en que es capaz de explicar cómo el esfuerzo reformador tiene sentido por cuanto responde de manera razonablemente adecuada a las demandas acumuladas de la población. De lo contrario, se verá erosionada la legitimidad del proceso de reforma y con él también de su liderazgo. La reforma es una propuesta de camino posible para enfrentar con éxito los grandes déficits de las democracias latinoamericanas y caribeñas que tienen que ver con ciudadanías incompletas y democracias de baja calidad. Si las reformas no responden a estas cuestiones entonces serán sencillamente cosméticas.