Análisis de las propuestas de reforma municipal de los gobiernos locales en Chile: la verdadera reforma del Estado
Resumen
Tras la reapertura democrática de los municipios chilenos, a principio de los años noventa, surgen nuevos roles y formas de administración y gestión municipal en los 345 municipios del país, proceso que dan cuenta de la diversidad y heterogeneidad de nuestro mundo local, como dice Gonzalo Falabella, el de los 100 Chile. Transcurridos ya más de 15 años, de gestión municipal democrática y tras la premisa de la historia, de que después de todo periodo de oscuridad viene una crisis de oportunidad, estamos en condiciones de hacer un balance de las debilidades y fortalezas de la gestión local, por cierto en el marco de la época de transición política a la democracia, de modernización de la gestión pública, de globalización de la economía, de la incorporación de la nuevas tecnologías y de una creciente demanda de descentralización de los poderes al nivel local. Ese sentido podemos afirmar que en este período categóricamente pasamos de un municipio con funciones de prestación de servicios básicos a la comunidad a una institucionalidad municipal más compleja, que progresivamente ha asumido nuevas competencias, facultades y disposiciones que antes estaban reservadas a otros niveles de la administración del Estado. Este nuevo rol demanda una función distinta a la de la tradicional administración pública, que aún se enseña en las aulas. Demanda un rol de municipio gestor, agente del desarrollo local, activo, proactivo y participativo, para impulsar los cambios que se requieren Ante la creciente contradicción, disonancia y brechas que impone el modelo de municipio actual (marco jurídico) con los desafíos de transformación en el plano institucional, organizacional y de estrategias de desarrollo, que primero se abordaron desde la perspectiva de la reforma del Estado (por arriba), ahora a través de un proceso sistemático pero no suficiente, se reclama mayor descentralización y desconcentración de poder. Este nudo crítico de no avanzar lo necesario y suficiente en descentralización política, administrativa y fiscal es lo que a las autoridades locales las lleva a levantar la consigna y convicción de que se requiere una gran reforma del Estado, cual es la Reforma Municipal. La Reforma Municipal, es sin duda la gran reforma pendiente del Estado Nacional, y este es el principal desafío del Bicentenario de la República, reconocer que el Estado actual, es centralista, es sectorial, es concentrador, es entender hacia donde debemos actuar. Por cierto, no se trata sólo de medidas administrativas, de transferir unas cuantas competencias, de algunos programas de fortalecimiento institucional y desconcentrar servicios públicos. Sin dudas, la reforma Municipal es un proceso, así la entienden los actores sociales y políticos que la impulsan y por ello estamos en una fase de socialización, de instalación y de alianzas estratégicas para avanzar en ella. Lo central es abrirse a la posibilidad de ver el rol del Estado de una manera distinta, en base a dinámicas de abajo hacia arriba y no a partir del diseño de políticas públicas desde el nivel central, con indicadores macro que no representan ni reflejan la heterogeneidad territorial, la diversidad de realidades locales, de rincones rurales y de comunidad de las más singulares características. La premisa central que fundamenta la apuesta por la Reforma Municipal, es que a pesar de lo logros país en el nivel meta y macro (competitividad sistémica) de indicadores económicos de crecimiento aceptables y de solidez institucional, el sector municipal, este nivel de la administración del Estado, ha quedado rezagado en el proceso de modernización de la gestión pública que impulsa el país, y que permite destacar servicios de punta en materia de calidad de servicios (Servicio de Impuestos Internos, Tesorería General de la República, entre otros), que se rigen por un conjunto de políticas pública y programas de mejoramiento de la gestión con la respectiva asignación de recursos. Esta realidad país que no quiere ver el nivel central, ha introducido brechas difíciles de remontar en materia de acceso a bienes públicos, a simplificación de trámites ciudadanos, de modernización de procesos internos de importantes servicios municipales en ordenamiento territorial y planificación urbana, pues dada la diversidad, heterogeneidad y autonomía municipal cada municipio presta los servicios de un modo diferente, según el grado de desarrollo y profesionalización de su estructura. Aquí es donde surge brechas notables que son muestra de las desigualdad social e inequidad territorial que predomina en el país. La Reforma Municipal a la institucionalidad pública local, debe disminuir las brechas, compensar los desequilibrios territoriales, flexibizar los marcos normativos que imperan de la misma forma para municipios pequeños y grandes, rurales y urbanos. Este proceso de canalizar una descentralización efectiva en el marco de una gran reforma, es pertinente para armonizar un conjunto de dinámicas ya incorporadas a la gestión pública, cual es el desarrollo territorial, es decir, que a través de este foco podemos generar mejor coordinación del sector público en el territorio y la creciente disposición a elaborar políticas públicas adecuadas a las realidades de cada territorio implican un cambio de mentalidad en diversos actores y funcionarios públicos, que recrean su entusiasmo y energía cuando las decisiones de Gobierno se elaboran más cerca de los ciudadanos. Esta nueva orientación nos conduce a una nueva gestión pública local, basada en parámetros de voluntad política de los actores institucionales, coordinación del municipio con los ministerios en el territorio con activa participación local y cooperación público privada, que cambia la relación de los contribuyentes y empresarios con su gobierno local, es de cooperación en bases objetivos estratégicos. No obstante, avanzar en este proceso de modernización de la gestión implica un proceso sostenido de fortalecimiento institucional y de generación de capacidades que desarrolle en los funcionarios públicos una actitud proactiva. Esta dimensión de la Reforma Municipal es muy relevante porque refiere al capital humano, que es la base fundamental para impulsar una gran reforma.