Capacidad de control del implementador de políticas sobre el juego de variables durante la transición de paradigmas
Abstract
La década de los noventa, fue una década "larga", que conmovió las bases estructurales de la política y la economía Argentina. El nuestro no es el único país de la región que partiendo de antecedentes así de fuertes, intenta reacomodar hoy su orden de cosas, mediante un modelo distinto. También es cierto en algunos casos, que esta práctica política se repite con una frecuencia que para otras naciones resultaría inusitada. Los paradigmas gubernamentales se anuncian y pujan durante décadas hasta que llegada su hora se suceden unos a otros en cuestión de meses e intentan realizarse con premura a través de la implementación de sus políticas públicas. Lo hacen a través de los planteles profesionales de la administración pública y funcionarios que llegan con la nueva gestión. Cada uno conoce sus propias convicciones, pero ni en unos ni en otros tiene porqué coincidir necesariamente, el período de su formación profesional o el de su mayor obtención de experiencia, con las pautas del paradigma dominante. Sin embargo deberán trabajar juntos de acuerdo a los roles que les depare la nueva situación. En esta ponencia no abordo hechos históricos ni situaciones identificables, me ocupo sólo de indagar la realidad a nivel teórico, con el fin de que podamos preguntarnos si la capacidad profesional instalada de un modo convencional, en una sociedad con el plus de inestabilidad que aporta la sucesión alternada de paradigmas, puede asumir con eficacia la implementación de políticas públicas propias de un modelo diferente de un día para otro y con qué consecuencias. Tras revisar algunos aspectos de los paradigmas, utilizo una versión lo más generosa posible de los conceptos genéricos de implementación (IPP) e implementador (iPP) a los efectos de abordar el núcleo temático, que es la modernización del perfil del implementador, no sin antes alertar sobre la desordenada complejidad de la actividad de la IPP, dejando flotar la duda sobre si alcanza lo que la formación tradicional nos deja, respecto de algunas variables críticas en juego. Luego hago lo propio sobre ese rol definido como iPP, destinado a controlar esas variables, bajo un paradigma o en plena transición. Lo hago echando mano del uso de una metáfora, que denomino "el dado de arcilla", la cual no tiene más pretensiones intelectuales que un ejercicio didáctico, absolutamente manipulable por ustedes, según el gusto de cada uno. Reflexiono por último sobre algunas medidas que me parece que podrían contribuir a compensar déficit encontrados en materia de formación profesional, vista la aptitud requerida para asumir los liderazgos inherentes a la IPP en estos escenarios. Estas son básicamente, el abordaje supra-paradigmático, la recuperación de la retrospección como práctica pedagógica y la adopción de la transferencia vertical de conocimientos, en servicio, como mecanismo de incorporación de aptitud para el iPP.