Análisis sociopolítico de la gestión pública en el marco de la reforma del Estado y de la interculturalidad
Fecha
2007-06Autor
Castillo Quintana, Eduardo Rolando
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Este ensayo busca destacar dentro del marco de la reforma y la modernización del Estado, la convicción de la interculturalidad como método y objetivo para alcanzar un Estado plural. El debate actual está focalizado en dos opciones: una, la reforma de un Estado homogéneo que no contempla la diversidad de la nación, la cual está centrada en los derechos individuales; otra, la reforma para un Estado plural en función de una ciudadanía cuya característica principal es su diversidad y donde hay un espacio para el ejercicio de sus derechos tanto individuales como colectivos. La noción de reorganización étnica nos da un marco conceptual útil para el activismo de los pueblos indígenas, ya que se refiere a formas de reorganización en varias dimensiones -social, económica, política y cultural, que explican tanto la persistencia como la transformación de la etnicidad. Si aceptamos la existencia de la diversidad profunda en nuestra sociedad y el pluralismo cultural como base de la igualdad y del respeto a las diferencias, la interculturalidad tiene mucho que hacer en nuestra sociedad, como método y como meta. La interculturalidad se convierte en una meta y un método de construcción de la democracia en sociedades diversas. Se entiende como un planteamiento pluralista sobre las relaciones humanas que debería haber entre actores culturalmente diferenciados en el contexto del Estado democrático y participativo, y de la nación pluricultural, multilingüe y multiétnica. A contrario sensu, el racismo opera como un mecanismo generador y reproductor de desigualdades y exclusiones económicas, sociales y políticas, a favor de un grupo determinado. No obstante, se naturaliza con gran facilidad; se vuelve cotidiano y, con ello, virtualmente invisible. Se integra tan plenamente a la estructura y a la vida ordinaria de la sociedad que se detecta mejor cuando se exacerba, cuando emerge en situaciones de crisis de dominación, de desgarramiento sociopolítico o de cambios económicos mundiales. Cuanto más desestructurada es una sociedad y mayores son las diferencias y las desigualdades sociales y culturales que alberga, mayores son también las probabilidades de acudir al racismo como mecanismo de justificación de la dominación de un grupo sobre otros. Asimismo, cuanto mayor sea el conflicto y la violencia prevaleciente en una sociedad y cuanto menor sea la capacidad del Estado de servir de mediador entre los intereses ciudadanos, mayores probabilidades habrá de brotes, conductas o actitudes racistas. Para la transición de un Estado homogéneo a uno plural se hace imperativo desmontar el racismo y discriminación, accediendo así a que por lo menos florezcan dos fenómenos fundamentales que permitan no sólo consolidar la democracia, sino encarar mejor tanto la desigualdad como la pobreza de la población: 1) El aumento de prácticas interculturales que desarrollen el asociacionismo y la confianza tanto interpersonal como institucional permitirá aumentar y fortalecer el capital social del país, teniendo consecuencias en el incremento del nivel de generación de riqueza, en la competitividad internacional, y en una inserción activa, positiva y beneficiosa en los procesos de globalización. 2) La relación positiva y productiva de las diferencias impulsará la riqueza centrada en la persona humana y el desarrollo centrado en la gente. El mayor conocimiento y explotación de nuestro glorioso pasado permitirá que la renta heredada de los antepasados se convierta en una renta actual que permita no sólo salir de la pobreza, sino encarar mejor el porvenir.