La reforma del Estado en Argentina desde el retorno a la democracia : primera parte 1983-89
Resumo
Primera parte de un trabajo mayor en elaboración, pretende resumir algunos aspectos más significativos de la reforma del Estado desde el retorno a la democracia. La segunda corresponde a los gobiernos del Dr. Menem (1989-96), que avanza hacia la reforma del Estado II. Completo, finalizará con un balance provisorio de los impactos y efectos que podrán percibirse claramente, sólo en un plazo más largo. El Dr. Alfonsín convocó a destacados especialistas y planteó altos propósitos en torno a la mejora cualitativa de la gestión del Estado e instrumentando alguna medida al respecto. Casi la mitad de su mandato transcurrió en estudios y propuestas. Luego se concretaron algunos programas con apoyo internacional, cuando todavía parecía exitoso el intento de reencausamiento de la economía con el Plan Austral, que nunca tuvo el necesario correlato en el ordenamiento y redimensionamiento del sector público, sin lo cual todo intento de equilibrio fiscal era ilusorio. La Secretaría de la Función Pública ejecutaba programas relevantes de formación y capacitación a través del INAP. Pero nunca se puso al frente de la reforma; apostó a trasladar la capital a Viedma para reducir y descentralizar la burocracia. Entonces Hacienda aplicó criterios fiscalistas postergando lo funcional, la calidad de los servicios, una estrategia para el desarrollo institucional del sector. El gobierno, que perdió las elecciones de 1987, en su declinación tornó su atención hacia las empresas públicas, en una situación insostenible. Modificó los mecanismos institucionales de control, independizándolos del área fiscal y económica, y convocó para dirigirlas a personas con ideas modernas y experiencias de gestión. Pero nunca tuvo la decisión y el coraje que las circunstancias requerían. Cuando finalmente se decidió a privatizar algunas empresas públicas que debían fácilmente ser rentables y prestar servicios mucho mejores, ya era tarde: carecía del poder político suficiente, y el tiempo se agotaba. Tampoco logró trasladar la capital, ni una reducción significativa del gasto público. El estallido hiperinflacionario volvió al país ingobernable. Cinco meses antes de finalizar su mandato debió entregar en julio de 1989 el gobierno a su sucesor, providencialmente ya electo. Se perdió así una gran oportunidad, frustrándose las grandes expectativas despertadas hasta 1985. Después, ante la postergación, sólo quedaban como viables las medidas quirúrgicas, a cargo del nuevo gobierno, que heredaba la quizá peor crisis económica y financiera de la historia nacional. P.E.A.