Las mujeres rurales de Bolivia : la dimensión oculta de los poderes económicos, sociales, políticos y culturales
Resumen
Las nuevas tendencias en la economía mundial, están acelerando el proceso de la liberalización comercial, la integración de los mercados financieros, se han multiplicado los acuerdos comerciales en el nivel internacional y con todo ello ha crecido la interdependencia entre países. La globalización como enfoque de desarrollo mundial, orientado a los procesos de reforma económica, está generando una creciente dependencia de la agricultura con relación a los mercados externos. Los países de América Latina y el Caribe, deben enfrentar estos desafíos, actualmente están adoptando de forma gradual las demandas del régimen internacional han comenzado a incrementar sus exportaciones y paralelamente a modificar su estructura productiva tradicional de alimentos básicos por una estructura productiva que privilegia el aprovechamiento de las oportunidades del mercado internacional. Claramente se señalan los desafíos para el desarrollo nacional. La exposición de producción nacional frente a economías eficientes, lo que significa mayor concentración hacia una oferta con características altamente competitivas. Por consiguiente estamos frente a la necesidad de introducir grandes procesos de reconversión productiva, modificación de la producción en las economías tradicionales, cambios en los patrones institucionales, tecnologías mas desarrolladas y eficientes procesos de integración económica entre actores económicos. En este escenario surgen las mujeres rurales como protagonistas económicas claves. A mas de 15 años de implementación del ajuste estructural en Bolivia, se logró estabilizar la economía, reducir el déficit público, frenar la inflación, y se han generado notables tasas de crecimiento económico durante los primeros años de la década pasada. Sin embargo no se ha generado ningún tipo de tratamiento especial al sector agrícola, y la participación de la agricultura en el Producto Interno Bruto de Bolivia, ocupa el segundo lugar en importancia, después de las manufacturas. La actividad económica que concentra la mayor parte de mujeres económicamente activas, es la agricultura, ganadería, caza y pesca. Bolivia es un país cuya realidad rural está enmarcada en la agricultura tradicional, fue incluida por primera vez en el reporte global de competitividad demostrando su posición en el ranking del índice de crecimiento de la competitividad, dentro de 59 países. Urge encarar la competitividad de la agricultura, con base en el desarrollo de mercado de factores, la transformación y reconversión productiva, innovación tecnología, las inversiones financieras, la protección de los recursos naturales, la seguridad alimentaria y las inversiones en el desarrollo humano como piezas claves y sinérgicas hacia la competitividad y acceso a mercados dinámicos. Y se precisa de nuevos abordajes a la visibilización económica de las mujeres, abordajes que tiendan acortar la brecha entre lo rural y urbano, es reconocer el funcionamiento de los complejos productivos, como variables que deben ser tomadas en cuenta para la competitividad de la agricultura, ahora que está se expone al comercio internacional, ahora que se sabe que gran parte del trabajo agrícola está en manos de las mujeres. Acortar la brecha entre lo rural y urbano significa también que en lo rural, específicamente en el marco de las economías campesinas, se precisa de reconvertir el proceso productivo y con ello reconvertir las formas del empleo femenino, acorde a las nuevas dinámicas económicas que reactiven la agricultura. Este proceso tiene impactos económicos y sociales determinantes en las categorías de género, en la medida que se deja de percibir a las mujeres y su producción primaria, como exclusivamente campesina, producida por pobres y dirigida al consumo de pobres. La participación de las mujeres en encadenamientos productivos permite su vinculación a mercados dinámicos a través del acceso a tecnología, inversiones, capacitación, información sobre la competitividad del rubro, lo que constituye una manera distinta de manejo de lo público, donde prima el factor del negocio y al mismo tiempo poder para sí. Aún de no discutirse más el asunto de la globalización, un añejo discurso hace eco en muchas instituciones de desarrollo de orden privado: la viabilidad o inviabilidad de nuestras economías y en más de una ocasión recoge a las mujeres rurales, en la categoría de inviables, justamente por la demostrada pobreza de las mujeres rurales "dentro los más pobres". No obstante, el proceso de liberalización comercial ha generado un cambio en la estructura y composición de las exportaciones del país y se tiende a ampliar el mercado de trabajo femenino, aún con terciarización y precarización de su empleo. Por otro lado, si las actividades económicas de las mujeres pasa por el reconocimiento de las oportunidades que tienen a través de su integración y articulación económica en cadenas de valor, esto va más allá nuestra visión institucional diferente de desarrollo y a la que tradicionalmente acompañamos con la conocida frase "con enfoque de género". La dimensión de género debe flexibilizar su concepto, esquemas y modalidades de intervención en la medida que las relaciones económicas están siendo modificadas por un patrón y régimen internacional, cada vez más exigente. Cabe repensar el concepto de representatividad en las nuevas vertientes del desarrollo económico, que inciden en las identidades de género Se trata de una dimensión superior que advierta el equilibrio en las relaciones societales, ahora modificada y distintas para todos y con más opciones para la sociedad rural y para las mujeres en particular.