Formación basada en competencias emprendedoras para la modernización del Estado

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Date
2002-10Author
Alvarez Uslar, Cécil Franz
Moreno Cartagena, Claudio Alejandro
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El Mercado de la Educación Superior en Chile se ha caracterizado por una explosión de oferta, en que ha primado el esfuerzo de abordar tradicionales carreras basado en métodos también tradicionales en su formación. Esta misma explosión de oferta plantea un desafió ético a las Universidades de ofrecer competencias a sus egresados capaces de enfrentar el cambiante mundo laboral, que se caracteriza por la oferta de trabajo y no así de Empleo. El Estado por otra parte demanda y reclama para el esfuerzo modernizador unos Cuadros Directivos, con nuevas competencias, sean estos pertenecientes a la institución pública o por servicios contratados externamente, que permitan su modernización y orientación de servicio al cliente dentro del marco de Calidad Total en los servicios públicos. El adoptar por parte de la Universidad una actitud activa frente al tema de la capacidad de emprender y al individuo emprendedor, parece ser casi un deber y una necesidad de esta institución. Un deber, si consideramos que dentro de la Misión de la Universidad está, entre otras, el formar graduados y profesionales de excelencia, creativos, críticos y sensibles a los problemas de la sociedad. Por otra parte, una necesidad, si entendemos que el concepto de "emprendedor", trae consigo enormes ventajas, pero también desafíos, en el sentido de mantener a la institución como una Universidad competitiva. La Universidad debe adoptar las medidas oportunas para que pueda seguir cumpliendo con sus objetivos, detectando a su vez, las necesidades de la sociedad y dando respuestas adecuadas. Es preciso, que la institución incorpore en sus procesos de enseñanza los progresos tecnológicos y los avances de las tecnologías de información. En definitiva, un cambio en la Universidad requiere, por parte de ésta, ser sensible a los cambios que se producen en la sociedad y a su vez, ser flexible para adoptar las estrategias y métodos que permitan afrontar o ser parte activa de esos cambios. El principal desafió que afronta la Universidad actual, es el de cómo desarrollar en las personas de está sociedad una capacidad para proyectarse en un mundo de rápidos y constantes procesos de cambio. Es en este sentido que el fenómeno emprendedor es un tema necesario de abordar. En el caso particular de nuestra región, lo anterior, es confirmado al consultar la actual estrategia de desarrollo, en la cual se han definido un conjunto de programas y proyectos entre los años 2000-2006, y que tienen carácter estratégico prioritario. Dentro de estos proyectos y con el nombre "Hacia una cultura emprendedora", el gobierno regional reconoce la importancia de fomentar el desarrollo de una cultura emprendedora en todos los niveles de la sociedad. Entendiendo que es una tarea y desafió de gran envergadura. Creemos que el lograr generar una cultura emprendedora en la Universidad, va a permitir que ésta satisfaga las necesidades de la sociedad actual, al entregar habilidades, valores y actitudes que permita a los profesionales del mañana desarrollarse en forma integra, con una visión holística y un sentido social, aportando en forma activa al desarrollo cultural, económico y político de la región. La transformación a la que se hace referencia, tiene además, una connotación mayor, al entender que la Universidad es parte integral de la sociedad y por ende tiene un deber para con ésta. Por lo tanto, es razonable sugerir que la Universidad no debe mantener una actitud pasiva al acontecer de la vida social, sino que debe ser participe activo, en el estudio de problemas y sugerencia de ideas y acciones, en el intercambio de información, en la movilización de la sociedad y en el compromiso de colaborar en la puesta en práctica de dichas acciones. Lo anterior, puede concretarse al considerar la capacidad de emprender como una función social o más aún al considerar que la Universidad Emprendedora se justifica como respuesta a una necesidad; la necesidad de crear capital social para lograr el desarrollo económico, político y cultural que la sociedad requiere. En definitiva, es válido plantear, que el capital social entendido como, relaciones, normas e instituciones de confianza, reciprocidad y cooperación son recursos que pueden contribuir al desarrollo productivo y al fortalecimiento de la democracia. Debemos tener claro si, que el capital social puede ser, en ausencia de un conjunto de condiciones auspiciosas, insuficiente para producir el efecto esperado. Ahora bien, si trabajamos sobre la hipótesis de que el capital social puede ser construido, y además entendemos que, la cultura cruza todas las dimensiones del capital social de una sociedad. Podemos comprender el rol que juega la Universidad en la generación de éste y la importancia en el desarrollo de la capacidad emprendedora, como un acercamiento a la generación de capital social. La Universidad tiene entonces, el deber de generar emprendedores sociales, cuyas acciones los conviertan en verdaderos catalizadores del cambio para mejorar los resultados de la acción social, siendo éstos significativos para una sociedad. Tanto la generación de capital social como la capacidad de emprender deben ser considerados activos que las sociedades tienen en mayor o menor medida, pero que son dos aspectos claves para el desarrollo económico, social y cultural de la región. Sin embargo, estos dos aspectos son necesarios pero no suficientes.