Violencia en la función pública : la educación como pre requisito para una efectiva reforma de la administración pública argentina
Resumo
Esta nueva sociedad que se ha conformado, en realidad, que hemos conformado, está signada entre otras indeseadas características, por una presencia manifiesta y ya inocultable de violencia. Ante un Estado que se bate en retirada en algunas funciones, tiempo atrás impensables, y otras que por razones ideológicas, presupuestaria o simplemente por incapacidad o ineficiencia, tales como; educación, salud, justicia y seguridad entre otras, no cumple adecuadamente, señalar una única respuesta al fenómeno de la violencia, es cuanto menos, una simplificación peligrosa, o peor aún, interesada. Un País como el nuestro, que llegó a ser lo que fue, sin dudas mucho le debió a un inteligente y visionario sistema educativo, sistema hoy francamente degradado. Si se concretara en hechos, la mitad de las promesas de los políticos en campaña, que ven en la Educación una magnífica bandera para enarbolar, muy otra sería la situación actual. Lamentablemente, la inversión en educación es de lento retorno, y sólo los estadistas saben mirar más allá del corto plazo, y de esos, si tenemos, tenemos pocos. Es sin dudas responsabilidad de la dirigencia, de toda la dirigencia, no sólo de la política, de hace ya muy largos años, la suma de desaciertos en la gestión educativa, que nos llevan a todos, a saborear estos amargos frutos. Un emergente de esta suma de desaciertos conceptuales y operativos, se esta visibilizando por la presencia creciente de la violencia en el sistema educativo. Los medios de comunicación, en ocasiones con dudosa sinceridad sobre su manifiesto deseo de ser mostradores de los hechos, han plagado en los últimos años sus páginas, y sus pantallas de hechos violentos. La realidad social, hace que los niños anteriormente socializados en el seno de sus familias y de sus escuelas, hayan perdido los valores que dan esas referencias. Familias con padres desocupados o pobremente ocupados, madres que trabajan para cubrir la ausencia de lo que debiera ser el sustento genuino del grupo, escuelas degradadas, con maestros desconformes y mal pagos, ausentismos enormes por huelgas, justas o injustas, son los ejemplos y vivencias de nuestros niños y jóvenes. ¿Nos puede sorprender lo que esta sucediendo? Seríamos muy hipócritas si lo sostuviéramos. Es cierto, y ya lo hemos dicho, que el primer requisito para enfrentar los problemas, es contar con un diagnóstico acertado de los mismos. Pero no debemos estar eternamente haciendo diagnósticos. Se debe pasar a la acción. Se debe invertir la prueba. Se debe pensar menos en la represión y más en la prevención. Ya se deben generar políticas públicas que generen condiciones de desarrollo y su deseable secuencia, más trabajo, más contención, más red social. La Política Educacional, y su necesaria implementación es de un valor innegable, impostergable. Hacerla es de la mayor urgencia. Es prerrequisito de una verdadera y profunda reforma del Estado, comenzar con una verdadera y profunda reforma del Sistema Educativo. El mañana, esa suma de hoy, sólo es posible comenzando ya a ejercer acciones. Se debe tomar la decisión política de invertir en el más rentable negocio posible, aunque no todos lo vean, que es la Educación. Como Nación que se precie de seria, debemos honrar nuestras deudas, pero debe encontrarse la forma de no hacerlo, sobre el hambre y el futuro de nuestras próximas generaciones.