La participación ciudadana en la vigilancia de la gestión pública por resultados

Abstract

A partir del discurso popularizado en las últimas décadas, respecto al rol de Estado y la concepción de ciudadanía, en el cual a partir de una reducción del Estado, privatización de servicios, se quería hacer efectiva la Modernización; la participación estuvo exclusivamente ligada a la administración o gestión de servicios y actividades públicas en la perspectiva de que éstos pasaban al sector privado (y por ende a los sectores más desfavorecidos), bajo el supuesto de que esto les haría más eficientes, más transparentes, y permitiría a lo/as ciudadano/as asumir un rol protagónico, activo y responsable, que antes no tenían.

De esta manera este discurso circunscribió, la participación a la esfera administrativa; sin embargo, en la práctica, la participación ha permitido, especialmente a nivel local, superar esta adscripción y junto al debate de la ciudadanía ha derivado en un esfuerzo por alcanzar niveles políticos. Es decir, más que clausurar el debate político sujetando a lo/as ciudadano/as a una esfera instrumental con la pretensión de despolitizarlos ha reforzado la participación política y ha posibilitado avanzar hacia formas de participación política que, más allá de la privatización y la misma cogestión, suponen la construcción de nuevas formas de relación pública, a través de las cuales es posible enfrentar los problemas que emanan de la pobreza, la exclusión social y la dominación política.

En el Ecuador a partir de 1996, aparecen formas de participación diversas, gestadas desde los gobiernos locales indígenas, las mismas que han ido adquiriendo fuerza y asidero a nivel constitucional y en la propuesta del actual gobierno del Presidente Correa, expresada en el Plan Nacional de Desarrollo 2007 y 2010 y en su proyecto de reforma constitucional.

Así, en la Nueva Constitución aprobada en el 2008, el tema de la participación ciudadana es un eje trasversal: no ha existido en la historia republicana del Ecuador una Constitución que otorgue tal prioridad al papel de la ciudadanía en la vida democrática y en la gestión y control de los asuntos públicos.

Por otra parte, el actual gobierno al plantear una ruptura con el discurso dominante, recupera una visión de desarrollo basada en el buen vivir; además de los novedosos postulados teóricos crea el subsistema de participación ciudadana.

De esta manera, se abren las opciones para la participación ciudadana en todas las formas y niveles de la vida pública, dando a la ciudadanía la capacidad de incidir en la toma de decisiones de todos los asuntos de interés público. Los cambios en la gestión de las instituciones públicas deben permitir que éstas respondan con calidad y efectividad a las nuevas demandas de la ciudadanía y que ésta pueda ejercer la vigilancia a la gestión pública. Estamos frente a un cambio radical que complementa la democracia representativa con nuevas formas de participación social; se abre la ruta para una democracia efectivamente participativa.