La formación continua : su papel en la mejora de las competencias y cualificaciones de los empleados públicos

Abstract

La formación continua de los empleados públicos es una de las claves básicas de la reforma administrativa en la medida en que, por una parte el proceso del aprendizaje no termina nunca y, por otra, la adecuada preparación técnica y humana de los empleados públicos acrecienta la conciencia de servicio de la Administración pública a los ciudadanos. La formación continua del personal al servicio de la Administración Pública es la tarea primordial del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP) y trata de que los empleados públicos dispongan de los mejores conocimientos y técnicas posibles para que la prestación de los servicios públicos se distinga por la calidad, por su eficacia y eficiencia, habida cuenta de que la Administración Pública tiene planteado un reto capital: responder eficazmente y con parámetros de servicio y calidad a las necesidades colectivas de los ciudadanos.

La Administración, en cumplimiento del mandato constitucinal, ha de servir con objetividad los intereses generales y ha de contribuir a la consecución del libre ejerccio de los derechos fundamentales de las personas. La Reforma Administrativa debe de apoyarse sobre tres pilares básicos: la reordenación de la política de función pública y de la carrera administrativa; la reestructuración organizativa y de los métodos de trabajo y la implantación de nuevas técnicas de relación y colaboración con el público. Pero ninguna reforma será viable sin la intervención del elemento humano, que es, el capital más importante con que cuenta la Administración. Tampoco es concebible ninguna reforma sin la labor de formación continua de los empleados públicos.

Los Planes y Programas de Formación Continua han de ser un revulsivo notable en la recuperación de la ilusión por la mejora profesional del empleado público y por servir a los intereses colectivos. La labor formativa no puede centrarse exclusivamente en las modificaciones tecnológicas, operativas o estructurales que la misma implica sino que ha de incluir consideraciones éticas o deontológicas. La transcendencia de esta educación permanente se acentúa a medida que la Administración se tecnifica y racionaliza la toma de decisiones. La burocracia de las sociedades modernas no se puede contentar con operar a partir de rutinas y ha de mejorar su formación tanto teórica como práctica. Entre las obligaciones de las que no puede substraerse el hombre de principios del siglo XXI, se encuentra la de su perfeccionamiento profesional, la de su educación permanente y la de su formación integral.

La operatividad del INAP es grande como elemento dinamizador de la profesionalización de la Administración Pública, de estudios sobre la Administración, como multiplicador de la idea de servicio a la colectividad y como foro de encuentro entre la Administración y la sociedad en un contexto en el que el dialogo entre los poderes públicos y las fuerzas sociales es la única garantía de progreso y desarrollo en la labor de Reforma Administrativa en la que nos hallamos inmersos.