El perfil del emprendedor para la gestión pública

Abstract

En la administración pública los servicios brindados a los ciudadanos ocupan un papel cada vez más relevante. Una de las características fundamentales de estos servicios es que son acciones entregadas por personas a otras personas. Por lo tanto, el pretender un cambio organizacional, denominado por algunos autores como "proceso de modernización del aparato público", plantea imperativos sobre las personas que sirven en la administración pública, quienes deberán tener un carácter pionero, atributo que mejor define el concepto de entrepeneur.

El desafío, por lo tanto, es abandonar características tipificadas como burócratas tradicionales, para dar paso a un funcionario público emprendedor, "cazador" de oportunidades, que las desarrolla tanto en su crecimiento personal como en el de la institución a la que pertenece, colocándolas al servicio de los usuarios e imponiéndose compromisos que, de ser logrados, producen beneficios para todos.

La capacidad emprendedora es una dimensión humana, y por lo tanto, propia de las personas y no de las organizaciones. Por otra parte, dicha dimensión humana no es una característica binaria del tipo "se tiene o no se tiene", sino que aceptamos la tendencia más difundida de que dicha dimensión se puede construir o modelar, no siendo un atributo con el que se nace. Por último, sobre esta dimensión humana, muchos autores han sostenido que está constituida por un conjunto de otras dimensiones, las cuales pueden poseerse en su totalidad o parcialmente, confirmando con esto que el carácter emprendedor no es una variable discreta sino continua.

El emprendedor público debe ser un personaje sensible y permeable a internalizar las urgencias de la gente como propias, colocando sus esfuerzos y decisión a fin de lograr que ellas no se posterguen más en su satisfacción.

El agente público emprendedor, no obstante tener suficiente iniciativa, pro actividad y audacia, debe tener muy claros los riesgos que en el sector público ello conlleva, siendo capaz de construir sus propios espacios de confianza y seguridad, evitando con esto tener en el corto plazo un emprendedor menos.

La tarea a abordar será, primero, determinar, si es que existe, un perfil referente del emprendedor en la administración pública como un modelo a alcanzar, entendiendo el espíritu emprendedor como un estado positivo permanente del ser humano, que lo conduce a través de su esfuerzo cotidiano a la propia satisfacción.

A partir de esto, y si lo anterior se acepta como posible, se buscará conocer el mundo real de una división, sección o unidad de la administración pública, ofreciendo un instrumento que permita realizar una medición de las capacidades emprendedoras de los funcionarios, entregando un métrica de la situación actual. Sin embargo este esfuerzo resultará inútil de no contar con un ideal al cual homologar, por lo que los dos aspectos anteriores aparecen como absolutamente complementarios, resultando inútil uno sin el otro.