De la demolición de lo público al y ahora ¿qué?
Abstract
El capitalismo colocó en el centro de mira de su tarea para recuperar la tasa de beneficio e influencia social, a las políticas públicas. A la desregulación laboral siguió la privatización. Para este objetivo le resultaba imprescindible abrir el beneficio privado a todos los niveles rentables que estaban en manos de los poderes públicos: los transportes, la energía, las telecomunicaciones, los bancos, la enseñanza, la sanidad, las pensiones, la cultura. Con el argumento de que así serían más eficientes y baratos. Para darse cuenta de la falsedad de esta argumentación sólo ha y que recordar lo que pasó en EEUU con el huracán Katrina, los ferrocarriles británicos, las entidades financieras, el sistema sanitario y de fondos de pensiones estadounidenses, etc. No menos pertinaz ha sido la ofensiva dirigida a reducir los impuestos, sobre todo a las rentas más altas. La eliminación del impuesto sobre el patrimonio en España, ha supuesto la pérdida de 1.400 millones de euros, lo que origina que, por ejemplo, no haya presupuesto para financiar la Ley de la Dependencia. En definitiva, hay que dar una respuesta coordinada y conjunta de la comunidad internacional. Se debe dar una salida regulada a la economía de mercado, a la vez de una decidida política de refuerzo del movimiento sindical y el establecimiento de nuevas alianzas entre las fuerzas políticas y los movimientos sociales. Es imprescindible recurrir al gasto público para impulsar el crecimiento y la creación de empleo, entre ello el empleo público. España es un país con una tasa muy baja de población activa empleada en los servicios públicos, un 9% frente al 15% de promedio de la Unión Europea y el 25% de algunos países nórdicos. También es importante generar empleo en otros sectores industriales, como todo lo vinculado al ahorro energético y el cambio climático, así como en otros servicios de ocio, turismo, comunicaciones, etc. En definitiva no abandonar nunca el objetivo del pleno empleo.