Las reformas neogerenciales en Hispanoamérica: enseñanzas para incrementar las capacidades de gobierno
Abstract
En esta ponencia, se revisa de manera sucinta el desarrollo teórico de la Gestión Pública a la Nueva Gestión Pública (NGP). La (NGP) es concebida como una estrategia de decisiones sobre políticas a seguir que ha redundado en un giro sustancial en el ejercicio de los gobiernos de Reino Unido, Nueva Zelanda, Australia, Escandinavia y América del Norte, es decir, especialmente en países anglosajones. Se describen las reformas gubernamentales en el mundo a partir de cuatro modelos -anglosajón, europeo continental, europeo septentrional y países en transición- es decir, tanto de países desarrollados como de reciente industrialización, para sustentar la idea de que la NGP no es un modelo universal y aplicable a todos los países, si no que depende del desarrollo administrativo, de la fortaleza de las instituciones administrativas, así como de las condiciones internas y externas de cada apartado gubernamental. Se describen las reformas neogerenciales efectuadas en países como Argentina, Chile, Bolivia, Colombia, Nicaragua, México, Uruguay y Venezuela. A partir de esta selección de países, se puede confirmar que las estrategias de la NGP no fueron aplicadas de manera homogénea como en los países anglosajones. Algunas estrategias fueron "islas" de modernidad, mientras que coexisten con sistemas tradicionales de administración y que en general, mostraron más la imitación de la NGP que la innovación administrativa. Tratamos de responder a la pregunta si ¿las reformas neogerenciales contribuyeron para mejorar las capacidades del gobierno? Las enseñanzas son muchas, una primera es que resulta equivocado avanzar en la modificación de los modelos de gerencia pública establecidos sin atender los requerimientos de la construcción institucional, de las políticas sustantivas y de los procesos de movilización de los actores, tanto en las etapas de formulación como de ejecución. Segunda, es preciso construir visiones más maduras acerca de las capacidades del Estado para alimentar las acciones de reforma neogerencial. Tercera, aunque útiles los nuevos enfoques no deben confundir la superación de la carencia de medios con el incremento en las capacidades de gobernanza, para la gerencia pública y para la producción de impactos significativos. Por último, las intervenciones dirigidas a las reformas neogerenciales deben ser complejas y adecuadas a la naturaleza de las problemáticas que enfrentan y a las concepciones que gobiernan el diseño de las políticas. Los cambios organizacionales como la introducción de nuevas modalidades de innovación en las tecnologías gerenciales, sólo son sustentables si responden a estrategias de cambio institucional y del entorno organizacional. Hace falta revisar las enseñanzas y aprendizaje de la aplicación de las reformas neogerenciales a la luz de los nuevos requerimientos de la gobernanza, la mayor participación de la ciudadanía en los asuntos de gobierno, en la transparencia y rendición de cuentas de los gobernantes, pero sobre todo tratar de responder en qué medida estas reformas fortalecieron las capacidades administrativas, pero debilitaron las capacidades políticas para alcanzar una plena democracia participativa.