El papel del ordenamiento territorial en la reducción de los desequilibrios territoriales sobre la base del desarrollo sostenible y la igualdad de oportunidades
Abstract
Los desequilibrios territoriales constituyen un problema que ha estado presente en América Latina y otras regiones del mundo a lo largo de la historia. La magnitud de los mismos están vinculados a factores políticos, económicos, sociales e históricos culturales, así como a diferentes causas objetivas asociadas a las características físicas ambientales, las que han repercutido, con mayor o menor intensidad, en el desarrollo de los territorios. Es por ello que la solución de dicho problema trasciende la aplicación de acciones limitadas, como pueden ser las compensaciones territoriales, y requieran de estrategias de mayor alcance y transversalidad, a partir de la voluntad política del Estado, los gobiernos locales y la sociedad en su conjunto. La ponencia aborda la experiencia cubana sustentada en 50 años de aplicación práctica con resultados positivos en el desarrollo equilibrado de los territorios a pesar de las diferentes etapas de crisis económicas causadas por factores endógenos y un persistente bloqueo económico que ha durado casi medio siglo. Se identifica que el territorio (provincia-municipio, regiones, cuencas hidrográficas, montaña, etc.), debe ser objeto de estudio y definición para su utilización, ordenamiento y estructuración. La formulación de políticas nacionales o locales de carácter sectorial y sus variaciones en el tiempo, tienen una condicionante básica en el territorio, ya que éste acumula transformaciones y el carácter relativamente inercial de sus estructuras, limita, en el corto y a veces mediano plazo, la posibilidad de alcanzar determinados niveles de actividad con eficiencia. En ausencia de políticas y perspectivas claras, la Planificación Física trata de identificar y advertir sobre aquellas capacidades, aptitudes o restricciones territoriales que pueden favorecer o limitar determinados planes o programas de desarrollo. En consecuencia, el territorio puede ser asimilado como tal, o debe ser acondicionado para ello. Finalmente se demuestra que es viable minimizar los desequilibrios territoriales que hoy existen a partir de una mayor voluntad política del Estado, basada en principios de justicia social, equidad y desarrollo sostenible.