Instituciones distributivas y productivas: las reformas mínimas indispensables para la consolidación del régimen democrático en México
Abstract
Luego de las elecciones mexicanas del año 2000, se pensó que la alternancia en la presidencia de la República abriría un período de cambio político tan profundo como de largo aliento, en el que la inyección de pluralidad se reflejaría en la reforma de las instituciones políticas que hasta entonces habían servido para gobernar el país. Después de un extendido entusiasmo entre la mayor parte de los ciudadanos, que se conoció en el año 2000 como el "bono democrático", vino el desencanto social y un nuevo conflicto político entre los principales partidos que habían protagonizado la transición a la democracia. El artículo se propone una explicación (aun exploratoria e hipotética) sobre las razones que dieron lugar a ese brevísimo ciclo de afección y desafección con la democracia en México, basada en la relación que hay entre las instituciones que han servido para distribuir el poder político y las que se han utilizado para ejercerlo. O mejor dicho: en la incompatibilidad que se ha gestado entre las primeras y las segundas. Se asume que los supuestos básicos para identificar la coherencia entre las instituciones que se utilizan para la distribución del poder político (distributivas), y las que definen la acción legislativa y de gobierno (productivas), descansan tanto en la legitimidad política como en la capacidad del gobierno para resolver (o para gestionar) problemas públicamente aceptados. De esta manera, sostengo, que la explicación del desencanto democrático producido luego de seis años de alternancia política en la dirección del Estado, así como de los problemas de gobernación que ha enfrentado el país, está en la incongruencia entre las instituciones distributivas y productivas del país que, a su vez, se explica (con el mismo carácter exploratorio) por la ausencia de arreglos y/o de instituciones capaces de conducir y resolver ese proceso de acoplamiento. Este análisis sugiere que la democracia mexicana no podrá consolidarse, e incluso que puede involucionar, mientras no se defina una agenda compartida entre las principales fuerzas políticas del país, capaz de generar ese conjunto de instituciones de transición que refuercen y modifiquen, a su vez, las instituciones de índole productivo. Desprendo tres temas que deberían incluirse en la agenda de reformas a las instituciones productivas, al menos mientras se produce un acoplamiento de mayor profundidad con las exigencias propias de la transición democrática en México. Las enuncio: la transparencia de las organizaciones gubernamentales y el acceso pleno a la información pública; la creación de un sistema nacional de contabilidad gubernamental, orientado a los resultados; y la consolidación de los sistemas de fiscalización y profesionalización gubernamental.