Cultura democrática y forma partidista de hacer política
Abstract
Se examina la lógica de funcionamiento de los partidos políticos, a partir de algunos fenómenos claves como son la profesionalización de la política y la imposibilidad real de democratización interna, la burocratización de la organización partidista y la obstaculización de la participación democrática. Sobre esta base, se consideran los factores que explican el declive y la crisis de los partidos políticos. La profesionalización de la política ha contribuido a agudizar el dilema democrático de la extensión de la ciudadanía. Esta agudización viene dada por la presencia avasallante y exclusiva del político profesional frente a la ausencia y conformidad del ciudadano desmovilizado, observador aficionado de la política. La tendencia a la monopolización del campo de lo público por parte de los políticos profesionales contrarresta en la práctica todos los esfuerzos por extender el ejercicio de la ciudadanía. El criterio de organización que la profesionalización política requiere para competir con los otros grupos, se expresa en la forma-partido. Así, profesionalización y competición política van juntas en el contexto de las sociedades democráticas, con consecuencias que no son favorables para la extensión de la ciudadanía. Pero además, la profesionalización de cuadros y dirigentes promueve la especialización, restringe la libertad de acción y de elección de sus miembros, y convierte a los partidos en organismos autorreferenciales. Se trata de la transformación del partido-movimiento social en un partido de profesionales políticos, lo que marca el comienzo de la institucionalización de la forma-partido. Esta institucionalización consagra definitivamente a la forma-partido como un sistema de desigualdades internas en el que conviven dos principales tipos de militantes: los "creyentes" y los "arribistas", siendo esta última la que nutre el lugar de donde saldrán en la mayoría de los casos, por ascenso o cooptación, los futuros líderes del partido. La afirmación de que los partidos han entrado en una fase de declive se ha vuelto un lugar común. Las encuestas de opinión en los países de la región revelan, casi sin excepciones, el pronunciado descenso de los partidos como instituciones representativas de los intereses populares. La forma de hacer política no es necesariamente popular, pero sigue gozado de buena salud en los países latinoamericanos. Aún cuando la popularidad de os dirigentes en baja, ello no obsta para que los mismos sigan ocupando puestos de dirección y que sigan presentándose periódicamente en las elecciones. En estas circunstancias, es preciso indagar sobre las causas del descrédito y la falta de credibilidad de dirigentes y líderes políticos. En todos los casos, el declive de los partidos como forma privilegiada de hacer política parece vincularse con los siguientes tres factores: 1) el creciente desarrollo de la anti-política; 2) el debilitamiento de la competición interpartidista; y 3) los netos avances de la política-espectáculo. C.S.