Sostenibilidad e irrevocabilidad de las reformas del Estado : enseñanzas del caso salvadoreño
Abstract
Desde la firma de los Acuerdos de Paz que pusieron fin al conflicto armado de los 80, El Salvador ha llevado a cabo con bastante éxito reformas estructurales que le van a permitir afrontar el reto nacional de ser un país desarrollado antes de finalizar el primer cuarto del siglo XXI. Los avances del proceso de Reforma del Estado, liderado por la Secretaría Técnica de la Presidencia de la República, han arrojado una serie de enseñanzas sobre aquellos aspectos que están resultando claves para la paulatina consolidación de las reformas como irreversibles. En primer lugar, el proceso de reforma está siendo favorecido por su conceptualización como proceso permanente de cambio con un horizonte claro y no como un hito o como una mera sucesión de proyectos o acciones. A ello está ayudando de manera decidida una definición clara e integral de un modelo coherente de Estado y de sus bases filosóficas, estructurales, cuantitativas, administrativas y políticas. En segundo lugar, la claridad sobre el esquema de tránsito hacia el nuevo modelo de Estado está permitiendo mantener el norte de todo el proceso. Ese esquema tomó en consideración el logro de la estabilidad macroeconómica, la creación de una adecuada institucionalidad y la forja de la estructura básica para la actividad económica con "reglas del juego" que permitan la acumulación y el crecimiento del capital. Esa trilogía se está traduciendo en cuatro generaciones de reformas (estabilización económica y ajuste estructural; fortalecimiento de la política monetaria y económica; regulación-desregulación; y capital humano y gestión institucional). En tercer lugar, El Salvador está teniendo éxito en introducir en la agenda política (y de los políticos) el tema de la reforma del Estado gracias a que ha sido posible: a) compatibilizar los objetivos técnicos con los objetivos políticos del Gobierno; b) lograr que las reformas sean el hilo conductor de los planes de Gobierno; c) asegurar el debido nivel de prioridad dentro de cada institución protagonista; y d) manejar la comunicación para transmitir resultados sin generar expectativas no realistas. En cuarto lugar, la Unidad de Modernización trabaja constantemente para que la Reforma permanezca en la agenda política de las siguientes formas. Aportando la rectoría del proceso (ganada por la credibilidad técnica). Impulsando el apoyo político a través de una venta realista y empática. Velando por mantener el norte de las reformas. Aportando un enfoque holístico en la Reforma (temas/instituciones, diseño/implantación, innovación/sostenibilidad, liderazgo/participación, etc.). Integrando esfuerzos nacionales e internacionales. En el cumplimiento de su papel, la Unidad de Modernización considera esencial establecer una relación con las instituciones internacionales de financiamiento sobre las siguientes bases: la compatibilización de ambas visiones; la flexibilidad a través de la clarificación de resultados pero no de acciones; el acercamiento de la realidad nacional a los organismos; el debate técnico y político de las estrategias y tácticas; y la optimización del valor agregado del benchmarking internacional. Por último, la experiencia de estos últimos años está indicando que la sostenibilidad futura de la Reforma se basará en: (a) claridad en los criterios de implementación; (b) institucionalidad del ente rector de la Reforma; (c)capacidad técnica para sostener las innovaciones; (d) generación de apoyo político a los agentes de cambio; (e) establecimiento de la agenda pendiente para ser retomada por el siguiente gobierno.